Casos especiales: El bebé
EDUCAR PREVINIENDO – PREVENIR EDUCANDO
Sin educación no existe una buena dentición
Frases comúnmente divulgada por los padres:
» Y si total los cambia»
«Entonces, ¿para que curarle los dientes de leche»?
Este equivocado planteo de algunas madres es el responsable de muchas bocas con serios problemas en niños de edad preescolar y evidencia el desconocimiento de la variada función de los dientes primarios. No solo sirven para masticar eficazmente los alimentos (primer paso de una buena digestión y asimilación) si no que permiten al niño hablar clara y correctamente. También actúan como guías para la buena ubicación de los dientes de reemplazo. Los dientes primarios aparecen en épocas diferentes a partir de seis a ocho meses hasta completar la dentición con sus veinte dientes a los dos años y medio o tres años (estas cifras son promedio). Hasta los seis años no habrá modificaciones. Los veinte dientes primarios cumplirán su función en el crecimiento y desarrollo, en la maduración del niño. A los seis años de edad (Edad Clave), se produce un hecho trascendente en la boca del niño: APARICION DEL PRIMER MOLAR PERMANENTE. Aparecen sin que hayan caído ninguno de los presentes, no reemplazan a otros, son nuevos. El primer molar permanente, tan fundamental en su posición, determina la de todos los otros dientes.
¿No le hará falta calcio?
¿No habrá que darle alguna vitamina?
«Aunque ha tomado tantas, que no me explico
como puede tener caries…»
Este es un planteo frecuente de las madres, quienes quedan muy sorprendidas cuando se les responde que el calcio y las vitaminas de ninguna manera evitan las caries, ni alivian el cuadro ya existente en boca. Las caries siguen siendo la enfermedad bucal predominante. Si bien existen muchas teorías sobre como se produce, respuestas a medidas preventivas, por eso debemos explicar el proceso.
¿Cómo empieza el proceso caries?
Esquemáticamente diremos que algunas cepas microbianas cariogénicas (tipo especial de estreptococo, huésped habitual de la boca) colonizan en algún momento sobre las superficies dentarias. Los microorganismos descomponen los restos alimenticios que quedan el la boca produciendo ácido que lesionan el esmalte del diente susceptible, por lo tanto el diente se descalcifica de afuera hacia adentro y la caries no aparece por que al diente le falte calcio, por que esté descalcificado. Una vez establecida la cavidad de caries no se autorepara, es progresiva. El odontólogo debe repararla. Y cuanto antes mejor. De allí la importancia de los exámenes bucales tempranos y períodicos.
¿Es posible hacer algo para prevenir?
Sí y mucho.
Primero hablamos del material que utilizan las bacterias. Sabemos que eliminar los dulces de la dieta no es facil. Nuestra cultura gratifica y recompensa a los niños con golosinas y postres. El final obligado de la fiesta escolar es el reparto de caramelos, galletitas etc. No se trata de prohibir. Esto no tiene sentido y es poco realista. Pero está probado que los dulces entre comidas son por demás nocivos, no sólo para su posible efecto cariogénico, sino porque crean el circulo vicioso de «falta de apetito». Entonces, una buena práctica sería que el niño recibiera sus golosinas al final de las comidas habitulales. Hasta aquí hemos hablado de la oportunidad, del momento de la ingestión. Digamos algo sobre el tipo de golosinas, son todas igualmente perjudiciales? No. Por tanto tenemos posiblidad de sustituir, no de prohibir o suprimir. Son las golosinas pegajosas, las que se adhieren a los dientes las más nocivas. Hay que intentar el cambio. Ejemplo, manzanas, naranjas etc. Otro paso importante en el control de prevención de las caries es la buena higiene bucal. Tarea difícil y muchas veces situación de «luchas» en el hogar. El cepillado correcto de los dientes exige una explicación, una actitud adecuada, positiva y un ejemploconstante. El «vamos a lavarnos los dientes» inmediatamente después de cada comida debe reemplazar al más frecuente «vete a lavar los dientes». Dependerá de la rutina higiénica posterior en el hogar, impedir que se formen otra vez o que se formen menos. El odontólogo le demostrará la técnica de cepillado dentario que corresponde a la boca de su hijo. No en todos los casos se debe cepillar en la misma forma. Malas posiciones dentarias, inflamación de encías, son consideraciones que deben tenerse en cuenta. También el profesional le sugerirá el tipo de cepillo mejor, en cuanto a tamaño, forma y material de las cerdas. Y llegamos a otro punto que interesa a las mamás: Los dentríficos, en los que suelen buscarse la solución mágica. No es fácil escapara a la constante y «entradora» propaganda que promete y asegura resultados de todo tipo. El dentrífico es una forma de darle sabor al cepillado. Pero no siempre la sensación de frescura es sinónimo de boca limpia.
¿Cuándo le tengo que cepillar los dientes a mi hijo por primera vez?
La higiene bucal debe comenzar tan pronto aparece el primer diente. Por supuesto que en un bebe no podemos pensar en técnicas de cepillado, pero si con un algodón o una gasa embebida en leche, suero, agua destilada procurando que no queden restos sobre los dientes y muy especialmente antes de dormir. Atención a los chupetes con miel u otros endulcorantes y a las mamaderas con leches azucaradas con los que algunos bebes se duermen. La prevención de la caries se orienta cada vez más al logro de estructuras dentarias más resistentes a la acción de los elementos cariogénicos. Calcio y vitaminas, integrantes de una dieta balanciada, en cuanto contribuyen a una buena salud general (y solamente el médico debe indicar suplementos si los considera necesarios), también influirán para que el niños tenga «buenos dientes». Como los dientes priamrios inician su formación y calcificación muy temprano durante el embarazo y algunos dientes permanentes al final del mismo, en la época del nacimiento o en el primer año de vida se comprende que cuando el diente ya está evolucionando, calcio y vitaminas no significan nada en el proceso de la caries.
¿Cuándo lo llevo al dentista por primera vez?
Aceptamos como punto de partida que el temor al odontólogo es universal. Que el odontólogo suele ser un personaje temido, resistido y rechazado. Para el niño la boca es su «unidad cerrada de autosatisfacción». Con ella se vinculan fantasias y vivencias de gran intensidad. Es comprensible que no le resulte facil aceptar con tranquilidad que alguien se meta en su interior, por lo menos hasta que lo conozca y pueda confiar en él. No debemos quitarle importancia a sus expresiones de miedo y de rechazo («no es nada», «no te va a pasar nada»). No exigirle conductas irreales («mostrale al dorctor que sos un hombre») No frenar su reacciones lógicas («no tenés que llorar, tenés que quedarte quieto y callar»),o amenzarle («me voy y te dejo sólo con el doctor»). Al niño que se enfrenta a una situación nueva teme por lo desconocido o por que se le anticipa el sufrimiento, hay que respaldarle con afecto contranquilidad y con confianza. El odontólogo le debe ofrecer todo eso, pero la base para que el niño lo acepte está en los padres. La visita al odontólogo es una experiencia de maduración como la visita al médico, como ir a la escuela, etc. Entonces, primero nada de engaños, ni historias raras que sólo contribuyen a frustraciones y desconfianzas. Todo niño entiende (nunca subestimar su capacidad de captación), si la explicación es auténtica y adecuada para su edad. El tono de voz, no expresión facial suplen a las palabras.
¿Qué le hacen en la primera visita al odontólogo?
Se le hace la historia clínica que nos va a permitir conocer al niño como persona física, emocional o socialmente. También el exámen exhaustivo de la boca, no solo de los dientes. Se podrá complementar el exámen clínico con el exámen radiográfico para tener un cuadro completo (grado de calcificación de los dientes en desarrollo, posición, posibles lesiones y anomalías escondidas, etc.). Fotografías y modelos son a veces necesarios como referencia para comparaciones futuras. Se sugiere llevar al niño por primera vez al consultorio odontológico a los 18 meses para lograr un contacto precoz con los miembros del equipo de salud.
Lo importante: No esperar el dolor
PREVENCIÓN, sigue siendo la palabra clave y el objetivo principal.
¿Mi hijo se rompió un diente, que hago?
Las madres deben saber cómo actuar sin perder el tiempo, por que practicamente en todos los casos el éxito en el pronóstico y tratamiento, en cuanto a la evolución favorable de un diente golpeado dependen de la rapidez con el odontólog haya visto al niño y tomado las medidas que correspondan después del accidente. Los dientes pueden ser traumatizados a cualquier edad, desde que el niño inicia la exploración del mundo que lo rodea. Aquí debemos referirnos muy especialmente a la fractura de los incisivos permanentes jóvenes, casi siempre los centrales superiores, esos que aparecen a los siete u ocho años y a los que Ud. clasificó como «paletas». Existe la equivocada idea de establecer la gravedad de una fractura dentaria según la cantidad de tejido perdido. «No es nada, apenas salto un puntito de esmalte, casi ni se nota…» Cuando un diente recibe un golpe fuerte, casi es preferible que se rompa. Esto no debe asombrar. Cuando no hay pérdida de sustancia, es la pulpa o sea «el nervio» la parte viva del diente, la que absorbe toda la potencia del impacto. Esto puede provocar en ella alteraciones irreversible, expresadas generalmente en un cambio de coloración en el diente que se oscurece. Cuando el diente se rompe, parte de la energía del golpe «escapa» por la línea de fractura y la pulpa puede no sufrir tanto. Esto no es regla, en un diente fracturado también puede darse «muerte pulpar».
FRACTURA PEQUEÑA NO ES SINONIMO DE FRACTURA SIN IMPORTANCIA.